Se fue un grande. Un hombre de la cultura nacional y popular. Un director revolucionario. Un guionista exquisito. Un militante del cine nacional. Un defensor a ultranza de las producciones argentinas. Un cantante del corazón argentino. Entendió el arte como un arma, la mejor herramienta de transformación. Amó. Luchó. Abrió caminos y como todo grande, dejando su huella, partió.
Fuad Jorge Jurry, o conocido popularmente como Leonardo Favio, quedará por siempre en el imaginario colectivo por su amor por los más desprotegidos, por los olvidados, por los que por muchas décadas quedaron marginados y excluidos. Por ellos y para ellos trabaja y producía Favio. Era un amante del peronismo de Perón y de Evita. Un fiel seguidor de la era Kirchnerista.
Alguna vez, Leonardo Favio decía: "La revolución peronista pasa por la alegría. Es hermosa y alegre, como era Evita. No es una revolución de ceño fruncido. Es alegre, es vital, como era yo cuando era joven. Donde veas gente triste, ancianos tristes, niñez desguarnecida, donde veas sangre, por ahí no pasó el peronismo. Donde veas al trabajador -sea del músculo o del intelecto- aterrado por su mañana, ahí no pasó el peronismo. Aunque enarbolen la bandera del peronismo, ahí no hay peronismo, porque uno es lo que hace y hace lo que es".
Era de esos hombres que amaban la cultura y la entregaban toda a su pueblo. Muy pocas veces lo hizo con fines comerciales, siempre tratando de dejarle un mensaje de libertad a los que trabajaban día y noche, recorriendo largas distancias para llevar el pan a la mesa de su casa, a quienes ponían sus fibras más íntimas en las fabricas, a quienes sudaban patria día a día en las construcciones, en los puertos, en los campos, en las minas.
Dijo también Leonardo: "Me están empujando. No es necesario. Me voy con la gente. Les dejo las paredes y los sellos. Me llevo el alma que habita en los ancianos, en los niños, en los desposeídos, en los que trabajan duramente con su músculo o su intelecto y que, “militen donde militen”, se desbordan de amor por el hombre.
Me voy. Aún estoy a tiempo. Lo sé porque en cada hormiga veo a Dios, y porque a pesar de la tristeza tengo fe en los cardúmenes de jóvenes que deambulan bulliciosos por las calles de una patria que vislumbro posible".
Leonardo Favio nunca se irá de la cultura nacional y popular porque le daba amor, pasión y militancia. Fue un hombre que dejó su vida para que el pueblo argentino aprenda que la cultura es revolución y la revolución es la liberación de los pueblos.